Más del 90% de todo el correo entrante es correo basura. Estamos hablando de cantidades ingentes de correo cuya única utilidad (por decirlo de alguna forma) es consumir recursos, tiempo y dinero.
Este gráfico muestra la clasificación del correo entrante en nuestros sistemas a lo largo de los últimos 60 días. Sólo el 9,97 % del correo “entrante” es considerado como “no spam” (o correo válido). El resto (algo más del 90%) es correo basura. Y no sólo eso. Ese 9,9% de correo considerado como correo válido contiene a su vez correos que el destinatario de la “misiva” considera como no válido o spam por criterios que los sistemas automatizados no son capaces de detectar de cara a evitar falsos positivos.
“No es para tanto”, pienso. Si quito el 90% del spam ya es un gran alivio. Y efectivamente lo es. El problema es que no hablamos de 100 correos entrantes, sino de miles. Un dominio estándar recibe decenas de miles de correos de spam al mes y no es una exageración extrapolada de casos extremos.
¿Cuál es la percepción del usuario final? No es otra que “es que sigo recibiendo SPAM”. un 10% de 30.000 son 3.000 correos. De ellos, aproximadamente otro 20% es SPAM (spam subjetivo al menos): algo así como 600 correos si no me fallan las cuentas.
Y esto va a peor. Cada vez entra más porquería a los sistemas de correo. Sistemas que han de sobredimensionarse permanentemente teniendo en cuenta que cada 12 meses entra más del doble de correo basura que debe ser procesado.
Y yo me planteo: ¿quién debe asumir la responsabilidad de filtrar el correo basura? ¿La empresa que aloja el buzón de correo en sus servidores o el usuario que descarga el correo a su ordenador/palm/dispositivo ?
¿Quién debe asumir ese coste?
¿Es justo que el usuario deba asumir el coste de recibir sólo el correo que le interesa? ¿Es justo que ese coste lo asuma quien aloja su buzón de correo?
Y seamos serios: los sistemas antispam integrados en los servidores “todo en uno” con su panel de control y demás, no son eficaces. El problema fundamental es que este tipo de sistemas “integrados” requieren la mayor de las veces un seguimiento continuo por parte del usuario de correo, al tiempo que su ratio de falsos positivos es muy alto en comparación con su porcentaje de detención de spam (usualmente inferior al 50%).